sábado, 23 de marzo de 2013

Capítulo 17


El arquero

        
         El fuego lo rodeaba todo. El grito de los hombres. Tosió. No podía ver nada. Los ojos le escocían. No podía creer que esa bestia del inframundo pudiera existir. Había llegado como una exhalación y había convertido todo en un infierno. 


            Una flecha pasó rozándole la oreja, así que, de forma apresurada se agachó y se apretó contra el recalentado muro de piedra. El color del muro estaba ahora empañado por el hollín y la sangre. La sangre de sus amigos, de sus compañeros... ¡Basta! No se iba a quedar esperando para que el maldito dragón lo asara como a un cochinillo. Valle Oscuro era su ciudad pero no le debía la vida, ¿podría alcanzar el puerto? Tiró el arco a un lado y con todas sus energías se levantó echando a correr como alma que lleva el diablo.

            Corría de forma desesperada. Las calles estaban sembradas de cadáveres. Al parecer el ejército de Aegon había logrado superar las defensas de las murallas, y sus destrozos se hacían evidentes. En varías ocasiones tuvo que esconderse tras una esquina para que no lo viesen. ¡Estaban por todos lados! Su preciosa ciudad...toda la culpa era de ese Aegon...

            Por fin llegó al puerto pero lo que encontró allí fue aún más desalentador. Todos los barcos estaban ardiendo. Se puso nervioso y casi empezó a llorar, tirándose de los pelos con desesperación. Alzó la vista a la lejanía y lo vio. ¡El castillo! Fuerte Pardo era su única oportunidad. Parecía intacto.

            Llegó sin aliento y logró atravesar el portón del castillo. Entró y de inmediato un caballero lo alcanzó.
-          ¡Eh, tú! – dijo señalándolo – Ven aquí.

            Maldita sea. Intentaba huir y ahora se encontraba en la explanada interior del castillo, entre la puerta exterior y la interior, que daba a las dependencias de Lord Darklyn. En total eran doce hombres. Para colmo le habían dado una espada en lugar de un arco.

            Una sombra los oscureció. Y el dragón se materializó entre ellos. Era enorme ahora que lograba verlo de cerca. Sobre él montaba un hombre. Iba recubierto por una armadura de la misma apariencia que la piel de dragón. No se sabía donde acababa uno y empezaba el otro. Tan solo se distinguía el yelmo dorado y rojo. Era Aegon.

            El dragón abrió sus fauces y lanzó una temible llamarada de fuego negro. Alcanzó a seis hombres que acabaron gritando envueltos en fuego, en apenas un instante. Estaba petrificado. Incapaz de hacer nada mientras veía a los demás arder.

            De pronto Aegon saltó sobre la cabeza del dragón, aterrizando en el suelo limpiamente. De manera tranquila desenfundó su espada y atravesó lentamente el fuego que rodeaba al dragón. Parecía una visión temible venida para atormentarlos. Sus compañeros se lanzaron en una acometida salvaje contra él. Limpiamente, con movimientos ágiles, con la espada danzando a la luz del fuego, acabó con los cinco en un abrir y cerrar de ojos.

            Ahora había fijado la vista en él. Sintió como la orina le corría por la pierna. Notó una sombra detrás. Lo último que llegó a vislumbrar fueron las fauces del dragón cerrándose alrededor de su cabeza. No pudo gritar.



10 comentarios:

  1. jajajajajaa que bueno sobre todo el final besos guapa soy mayte y feliz finde

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  2. Ahora ya estoy al día. Me encanta como mezclas capítulos románticos con otros de más acción y como dibujas los personajes. Espero con ganas el próximo.

    Felicidades por tu fic.

    Cristina.

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    1. Muchísimas gracias ^^ Una alegría de que te guste la historia.

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  3. vaya escena!!!!!! genial. Que bien escribes

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  4. Intenso capítulo. Me uno a los comentarios acerca de tu buena descripción, me encantan los capítulos y cada uno se pone más y más intenso que el anterior :)

    Y como decía en los anteriores capítulos, a por el siguiente! :P

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    1. Muchas gracias, de verdad. No sabes la alegría que da que gusten los capis jejeje. Así una se motiva a seguir escribiendo jeje

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